UN DERECHO, POR IGUAL Por el Dr. Matías Festucca

Asistimos como sociedad a uno de los momentos bisagra en la historia en materia de reivindicación de derechos.
Son, en esta oportunidad, las mujeres quienes levantan la voz para denunciar un patriarcado que durante siglos instaló en nuestras relaciones una forma asimétrica de vincularnos.
Queda aún mucho camino por recorrer, internamente, aunque hoy parezca vergonzante, todavía quedan atisbos machistas intactos.
Son los mismos reflejos que pueden, muy sueltos de cuerpo, preguntarse “al aire” los centímetros de una pollera frente a un hecho de violación.
No es el feminismo una cuestión únicamente de mujeres, creo en realidad que es una cuestión que debería trascender e interpelar a todos los géneros.
A mi entender, significa y resignifica una evolución en la forma que conformamos una sociedad.
Feminismo es evolución, en el más simple de los sentidos; pero es también transformación y sobre todo liberación.
En Quilmes, por ejemplo existen en la actualidad 127 perimetrales en curso. Ese no es el dato sorprendente, aunque también habla de una violencia intrafamiliar, la cual  muchas veces denunciamos pero nunca es abordada como política de Estado.
El dato que verdaderamente deja helado es que de esas 127 perimetrales, cerca del 70 por ciento no se respeta.
El hombre aborda a la mujer (y en muchos casos a los hijos) ingresando al domicilio una y otra vez.
Aquí también lo socioeconómico pareciera darle lonjeadas en el lomo a las mujeres de las clases sociales más pobres de Quilmes.
Vivimos en esta materia, la plenitud de un Estado ausente. No sólo del Estado  en términos de Poder Ejecutivo, sea este municipal, provincial o nacional, sino también a la resistencia del patriarcado en el Poder Judicial.
Ni el avance de las mujeres en los diferentes estamentos judiciales pudo cambiar esa ausencia de protección a la víctima de violencia de género, porque es una cuestión de consciencia y perspectiva.
Pareciera que las mujeres que consiguieron llegar a lo más alto de la carrera judicial lo hicieron bajo los mandamientos del status quo, son patriarcas en cuerpos de mujeres.
Sin embargo, y como suele suceder con las revoluciones pacíficas, la calle pulsiona más rápido que las instituciones.
Se hace escuchar, pide cambios y los pide rápido. No acepta seguir enterrando mujeres producto de la violencia de género. Exige ingresos iguales a igual jerarquía en materia laboral. Alza la voz, lo hace con la magnífica cualidad femenina de emprender empresas hasta llegar a los logros y con la tenacidad de saberse protagonista de un verdadero cambio, porque allí donde hay una necesidad nace un derecho.